Autor: Valentín Corcés Pando
Las botas resuenan subiendo los escalones de madera camino hacia los "lugares". Los más expertos se limpian la mugre de las manos frotando las palmas ensalivadas hasta que sale la nauseabunda suciedad. En los patios cuadrangulares quedan los "Tribunas" pateando las pelotas de goma y orgullosos de mostrar su "dignidad". Después de la clase -que puede ser con don Agustín, don Rafael o el hermano Nemesio- corren por los tránsitos camino hacia el bar, donde Luciano despacha eficazmente chocolatines nestle, bocadillos alternativos o el nuevo refresco Kas. La tarde decae entre el olor de la fabrica Mahou y el ruido que producen los tranvías en su deslizamiento por el bulevar. Saben que mañana tienen gimnasia con el capitán Lallave, pequeño de estatura pero con aires marciales y que no perdona una, sobre todo, cuando se salta el caballo o cuando se falla en las volteretas sobre la cubierta del plinton. Se espera, también con nerviosismo, la lectura de las notas en el sótano habilitado pobremente para gimnasio y que nunca se usa para este efecto. Es el mismo recinto donde Cartago se enfrenta a Roma y donde se celebra el concurso anual de catequismo. En el salón de actos se proclaman las "dignidades", "príncipe", "brigadier", "tribuna"... cuyo broche de oro suele ser la zarzuela "El Rey que rabió" compuesta por el Maestro Chapín y que dirige el taciturno p. Cobas. El padre Baselga trae al colegio -Ojo, desde Alemania- los aparatos que recomienda el Señor Negro, el mismo que te martiriza con la formula del Cloruro sódico. Te acompañan escuadrones de maestrías, antes que su vocación zozobrara en los avatares de la vida. Cruzado, aspirante, congregante y ejercicios en Los Negrales. Excursiones a Boca del Asno, y ocasionalmente, a Gredas y, mas tarde, a la bolera bulevar. .. ASÍ, hasta que un día se abren las puertas que da a la calle de Santa Cruz de Mercenado y comienza la lidia de la vida a puerta gayola.
Las botas resuenan subiendo los escalones de madera camino hacia los "lugares". Los más expertos se limpian la mugre de las manos frotando las palmas ensalivadas hasta que sale la nauseabunda suciedad. En los patios cuadrangulares quedan los "Tribunas" pateando las pelotas de goma y orgullosos de mostrar su "dignidad". Después de la clase -que puede ser con don Agustín, don Rafael o el hermano Nemesio- corren por los tránsitos camino hacia el bar, donde Luciano despacha eficazmente chocolatines nestle, bocadillos alternativos o el nuevo refresco Kas. La tarde decae entre el olor de la fabrica Mahou y el ruido que producen los tranvías en su deslizamiento por el bulevar. Saben que mañana tienen gimnasia con el capitán Lallave, pequeño de estatura pero con aires marciales y que no perdona una, sobre todo, cuando se salta el caballo o cuando se falla en las volteretas sobre la cubierta del plinton. Se espera, también con nerviosismo, la lectura de las notas en el sótano habilitado pobremente para gimnasio y que nunca se usa para este efecto. Es el mismo recinto donde Cartago se enfrenta a Roma y donde se celebra el concurso anual de catequismo. En el salón de actos se proclaman las "dignidades", "príncipe", "brigadier", "tribuna"... cuyo broche de oro suele ser la zarzuela "El Rey que rabió" compuesta por el Maestro Chapín y que dirige el taciturno p. Cobas. El padre Baselga trae al colegio -Ojo, desde Alemania- los aparatos que recomienda el Señor Negro, el mismo que te martiriza con la formula del Cloruro sódico. Te acompañan escuadrones de maestrías, antes que su vocación zozobrara en los avatares de la vida. Cruzado, aspirante, congregante y ejercicios en Los Negrales. Excursiones a Boca del Asno, y ocasionalmente, a Gredas y, mas tarde, a la bolera bulevar. .. ASÍ, hasta que un día se abren las puertas que da a la calle de Santa Cruz de Mercenado y comienza la lidia de la vida a puerta gayola.
Un tal Borges sostiene que la memoria es una estructura circular que vuelve, en la cultura y en los individuos, una y otra vez. No entro a discutir sobre la veracidad de esta afirmación; en cualquier caso, estoy seguro que los recuerdos cuando caen en el alma como caen las palabras de oración, retornan envueltos en una dulce melancolía. Vale. Deo Gratias.
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