Autor: José Luis Alcalde
Nunca se me ocurrió que a estas alturas iba a revivir los años de colegio y llevo varios días dando vueltas recordando con dificultad lo que pueda yo aportar en esta redacción.
Nunca se me ocurrió que a estas alturas iba a revivir los años de colegio y llevo varios días dando vueltas recordando con dificultad lo que pueda yo aportar en esta redacción.
Me gusta leer cada día las de compañeros y lo celebro porque lo paso muy bien.
Acabo de leer la última y puedo decir que la célebre frase del Padre Amando Sanz Escorial “cuando yo toque mi pito que nadie me toque las pelotas” sucedía en el patio pequeño al final de los recreos y éramos ya talluditos, en quinto.
En el colegio fui muy mediano, no me gustaba jugar al fútbol, ni baloncesto y gracias a pertenecer a la escolanía que dirigía el Sr. Vilches, me libraba de la gimnasia. Lo pasaba fatal en la lectura de notas, naturalmente porque no eran buenas y terminado 3º mis padres acordaron con el P. Baselga, que era preferible que abandonase el colegio. Terminado cuarto y Reválida en una especie de sucursal del colegio que era el Arana en Claudio Coello, especialmente mi madre, removió lo que no está escrito para regresar al colegio en quinto con un examen previo en el despacho del padre Baselga, me matricularon.
De la disciplina del Arana al colegio era abismal, casi traumático. También daba clase allí el Sr. Rubín que de cuando en cuando se enfadaba, nos corregía “no me llamo Sr. Rubín, me llamo Pérez Rubín”
Yo era de desayuno, y recuerdo que los jueves los mediopensionistas merendaban cacahuetes, olía todo el colegio al tostado del fruto seco y me daba envidia. También recuerdo las concertaciones de catecismo en el salón de actos de abajo, desde la lección una a la setenta y cinco, creo que llegando a la 63 se obtenía el segundo premio, El Padre Cobos que presidía el acto se solía dormir y se despertaba al final y eso nos divertía.
Conservo en el salón de casa varias huchas del Domund, incluso una torre del Colegio, que creo se ganaba con una cifra recaudatoria de más de quinientas pesetas.
El mes de mayo se celebraba la Inmaculada de forma muy especial, y creo recordar que el 31 cantábamos el rosario entero y en fila de a uno por los pasillos del colegio. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio con silencio absoluto de tres días en Chamartín y Aranjuez en camarillas con lonas de puertas y orinal bajo la cama. ¡Qué cosas!
Pues bien, transcurridos más de 50 años de los que estuve en Areneros, a pesar de estar muy lejos de ser Excelencia de aprovechamiento ni Dignidad de Conducta, ni jefe de fila ni edil ni nada de nada, por tanto no haberlo pasado bien, tengo que dar gracias a Dios y mis padres de la decisión que tuvieron de que fuese formado en mis años de juventud en Areneros y me considero un privilegiado.
Me sumo con mucho gusto a esta iniciativa de asistir a la celebración del próximo 4 de mayo en acción de gracias y estoy oyendo ya el inicio del himno del colegio
“Nos guía la Virgen Madre de Areneros hacia las Alturas……… “
Se me olvidaba decir que lo pasaba muy bien con el desayuno de mantequilla dulce con pan y el tazón de café con leche.
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