viernes, 13 de mayo de 2011

Ejercicio 23. ARENEROS 61

  Autor:    Pedro  Noëlle Tausent

….y ya han pasado 50 años y a lo largo de ellos un montón de vivencias.

Y si bien a mi me ha gustado siempre echar la vista hacia delante, en una ocasión como ésta, quieras que no, se te presentan y agolpan innumerables recuerdos de aquel periodo escolar en Areneros.

La recién iniciada trayectoria de mi vida experimentó un cambio de rumbo  con la muerte de mi padre en accidente de automóvil, que motivó el paso del Colegio Alemán, en el que estudiaba con mis hermanas, pues era mixto, a los Jesuitas de Alberto Aguilera, muy cercano a mi domicilio familiar.

Os podéis imaginar lo que hubo que mover y remover para lograr plaza en el cole, habida cuenta de la total ausencia de vínculos de ningún tipo con la “digna Institución” (mi ascendencia alemana así como el colegio del que procedía, podían, en el mejor de los casos, considerarse como atípicos pero desde luego nunca favorables).

Así en los primeros días de octubre del año 1956 (tercer curso) yo ingresaba triunfador (¿?) en ese “ordine nuovo”, lleno para mí de novedades de todo tipo, desde las religiosas hasta las más profanas.

Por supuesto me sometí sin dificultad a las rigurosas y silenciosas filas, en esos desplazamientos ordenados por las dependencias del colegio, pero me costó aceptar la jornada lectiva de las tardes dado que en el anterior cole sólo íbamos por la mañana.

Trascurrieron los primeros días sin grandes tropiezos y ocupado en las “relaciones sociales”, hasta que recibí la primera tarjeta amarilla: yo me había percatado que nada más salir al patio, el cura tocaba el pito y se formaba una fila (¡otra más!) cuyo destino yo ignoraba totalmente. Yo por el contrario, llevado de mi espíritu liberal, me acercaba al cuarto de baño cuando se me antojaba o más bien cuando mis propios sensores así me lo aconsejaban. Hete aquí que fui cazado y mi conducta afeada, si bien con justa levedad ante la ausencia de maldad alguna. ¡Aquel día comprendí  el noble objetivo de aquella llamada a “lugares”!.

En otro orden de cosas se me vino encima la Concertación de Catecismo; esto para mi se presentó como un escollo de difícil salvación dado mi absoluto desconocimiento de la materia.

Yo escuchaba asombrado a todos mis compañeros de curso, admirando el gran dominio que tenían del tema, con ese fluir ininterrumpido de preguntas y respuestas….hasta que llegaba mi turno, en el que aquél quedaba fatalmente roto, al mismo tiempo que concentraba numerosas miradas aviesas que provenían de la tribuna del Salón de Actos. Hice algunos intentos a base de las socorridas “chuletas“, pero dada la extensión del tema tengo que reconocer que con escaso éxito. Al final se apiadaron de mí y volvió la calma.

Otro elemento que recuerdo con mucha satisfacción fue el Campamento de Vinuesa, cuya máxima autoridad era el P. Baselga.

Yo hice lo posible por asistir cuatro años seguidos, a lo largo de los cuales tuve la espléndida oportunidad de establecer buenos lazos de amistad tanto  con el resto de grupos de mi curso así como de otros. Me vienen a la cabeza mil situaciones con Javier Herrero, Santiago del Hierro, Aberasturi y otros más….

Como compendio de todo un poco, la verdad es que el paso por el Colegio me llenó de satisfacciones y como citaba al principio, con tantos  buenos recuerdos y tantas anécdotas vividas.

Bueno, con esto voy a terminar no sin antes permitirme hacer una reflexión seguida de un consejo a todos mis compañeros de curso.

A lo largo de todos estos años me atrevería a decir que todos hemos sufrido una especie de metamorfosis: hemos pasado de un modelo en el que cada uno de nosotros éramos  el centro absoluto, a otra figura en la que al haberse incorporado la familia ese centro de gravedad se ha desplazado hacia nuestros hijos.

Bueno, y ahora ahí va el consejo: con el paso de los años perdemos capacidad de asunción de riesgos y nos volvemos menos audaces y más timoratos; para compensar este efecto pernicioso que nos trae la gravedad de los años, yo me he comprometido a mantener una ligera  dosis de irresponsabilidad en mis actos, lo que os recomiendo vivamente.

Se acabó de decir tonterías y me despido hasta el próximo 4 Jun.

Madrid    2011-05-12

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