Autor: Miguel Arroyo Ramos
Qué fácil es decir “venga, hacer una redacción”, pero para mí siempre ha sido muy complicado. La verdad es que no sabía nunca cómo empezar y menos cómo seguir. De letras nunca me he considerado experto, sin duda por eso acabé en la especialidad de ciencias.
Qué fácil es decir “venga, hacer una redacción”, pero para mí siempre ha sido muy complicado. La verdad es que no sabía nunca cómo empezar y menos cómo seguir. De letras nunca me he considerado experto, sin duda por eso acabé en la especialidad de ciencias.
Queréis que contemos nuestros recuerdos en el “Cole” y la memoria nos juega malas pasadas, sobre todo a los que el deporte no nos ilusionaba mucho porque es cierto que el deporte une y crea un espíritu de colaboración muy necesario en la vida. De ello me he dado cuenta cuando me era más difícil practicarlo. Fijaos si era poco deportista que una de las obligaciones que más grabada se quedó en mi mente fue la de tener que ir los jueves por la tarde al cole a jugar al baloncesto en los famosos Equipos de Primavera (y no precisamente debido a nuestra altura sino al hecho de que no éramos suficientes para formar dos equipos de futbol). Bueno, me gustaba “jugar “ al futbol en el patio aunque solo fuera seguir a la pelota a “tu ritmo” y darle una patada si es que tenías la suerte de poder hacerlo ya que entre todos los que éramos apenas tocabas a una centésima parte de pelota.
Pero no olvido la misa de los domingos que nos obligaba a madrugar y que, en muchas ocasiones, acortábamos ayudando a misa a los padres que la celebraban en la planta superior de la Iglesia de Areneros. Era como más participada y te sentías “cocelebrante” de la misma. Con que ilusión lo recuerdo, sobre todo echo de menos la misa en latín y más cuando la has oído en diferentes idiomas, muchos de los cuales no entiendes.
A pesar de mi repulsión a todo lo que sonaba a “letras” y a memorión, tuve un momento de “máxima lucidez” en un examen de Filosofía (en “Preu”, en el colegio de Nª Sª del Recuerdo) cuando “saqué” la mejor nota, creo que de la clase o el curso, y no me lo podía creer porque me pareció que lo único que había hecho era repetir “dieciocho veces” lo mismo pero con diferentes palabras.
Ahora que ya “estoy” acabando el “cole” me empiezan a venir los recuerdos solos sin esfuerzo alguno. Es lo que pasa cuando te concentras en alguna labor aunque solo sea unos minutos. El comedor y las meriendas de queso con membrillo (de ahí mi terrible asco al membrillo), las curiosas apuestas de haber quien se bebía mas jarras de agua en la comida (de ahí que prefiera el vino que además el médico te recomienda para el corazón, eso sí un buen vino, de crianza para arriba), aquellos que presumían de buenas notas en el patio después de la lectura de notas en el Salón de Actos ( mis notas eran de las normalitas tirando a flojas) pero si de algo puedo presumir del Colegio, y mucho, es que me enseñaron a esforzarme y de que todos los que hemos pasado por “los jesuitas” tenemos un buen “fondo” y somos bien reconocidos por “el público” en general.
Bueno, ya me sobran recuerdos y me faltan palabras para expresarlo y sobre todo “bolis” para escribirlos, así que aunque no sea mucho lo escrito me ha venido muy bien este esfuerzo para acordarme de los que convivimos durante una parte de nuestra vida (la más importante) y sobre todo de aquellos que dedicaron gran esfuerzo y dejaron su vida por enseñarnos a conocer “La Verdad ”, por educarnos y por ayudarnos a llegar donde hemos llegado. A todos ellos, estén entre nosotros o esperándonos allí en lo alto, muchísimas gracias.
Esperando veros pronto, un abrazo para todos.
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